Disciplina en la oficina/lugar de trabajo 19
Cada vez más, con el movimiento "Me Too" y las mujeres asumiendo puestos de responsabilidad en el gobierno, las empresas y el mundo académico, el acoso y el mal comportamiento masculino son menos tolerados que nunca. Se introducen leyes para poner fin al privilegio masculino y castigar a quienes abusan de él. La primera ley que se redacta permite que las quejas que tienen lugar en el lugar de trabajo sean manejadas por el empleador, dándole al empleador el poder de investigar, procesar, juzgar y castigar al infractor, aliviando así la carga de los tribunales. Las empleadas están entusiasmadas con la entrada en vigor de las nuevas reglas y advierten a sus compañeros de trabajo masculinos que se les acabó el tiempo y que pronto pagarán por su comportamiento y su falso estatus llegará a su fin a medida que los departamentos de recursos humanos avancen para implementarlas. Debido a la estructura y el papeleo para manejar las quejas, consideran que contratar personal para el puesto de disciplinario o Director de Disciplina es un desafío mayor de lo previsto. Muchas empresas tienen dificultades para encontrar candidatos internos que quieran el trabajo de disciplinar a sus compañeros de trabajo masculinos. El proceso es lento, pero con el tiempo las mujeres descubren que hay oportunidades de avance y remuneración como disciplinarias que antes no estaban disponibles para ellas. Ser disciplinario coloca a muchas mujeres jóvenes en la vía rápida hacia la gerencia y es un puesto codiciado. Las empleadas comienzan a darse cuenta de que la investigación de los empleados se convierte en nada más que leer su queja antes de que se decida un castigo y se llame a su compañero de trabajo para que reciba el castigo. La igualdad del campo de juego ahora se ha inclinado hacia las mujeres y ellas están cobrando venganza por décadas de acoso y abuso.